Se encontraba herida y cansada, tanto fisica como también emocionalmente. La batalla fue devastadora y si Golden Gun no hubiese usado su ingenio, entonces era más que seguro que ese desgraciado de Barnick la habría eliminado sin problema alguno. Oía el sonido de los pasos de sus hombres acercarse, sonriendo se dirigió a donde ellos estaban mientras se reponía del shock y recuperaba sus fuerzas junto a su compostura. Ella no era como las demas mujeres que se ponían a llorar porque las cosas se volvían intensas, esperando a que su hombre las viniera a rescatar o a consolar si el combate ya había terminado. Golden sabía en la montaña de basura en la que se había metido y sabía que esperar de ella, si no tenía la fuerza o la templanza para afrontar su propia mortalidad, entonces lo mejor sería que volviese a su casa y se ocultara en el armario para nunca más salir.
El primero en aparecer fue Higgins, un muchacho de cabello castaño oscuro y ojos azules que llevaba una camisa blanca junto a un pantalón marrón claro, casi amarillo, con tirantes junto a una corbata roja con manchas y lineas doradas en el centro junto a los costados. Era un muchacho apuesto a quien Golden había reclutado cuando supo que a su familia lo extorcionaba una garrapata humana con aires de jefe mafioso. Él junto a sus dos guarda espaldas vivían atormentando el vecindario de Higgins, exigiendoles pagos de protección a cambio de sus vidas, hasta que Golden apareció los ayudó a liberarse de ese desgraciado. Tras acabar con ellos, Golden aceptó a Higgins dentro de su banda que se encargaba única y exclusivamente de cazar a los mafiosos junto a todo criminal o corrupto que hubiesen, hasta que estos desaparecieran por completo.
Higgins era, dentro del grupo, quien más se preocupaba por Golden Gun y también el más novato debido a que fue el último de la pandilla en aparecer.
“Golden, ¿Te encuentras bien?” Le preguntó Higgins acercandose a ella, revisandola de manera rapida y detenida, haciendo reir a Golden Gun.
“Sí, me encuentro bien Higgins, no te preocupes” rió Golden, alejandolo con suavidad mientras lo miraba con cariño.
“Un poco más y no la cuentas chica” Observó Roberts llegando al lugar, mientras sostenía una Uzi.
Roberts era el miembro más antiguo dentro del grupo, siendo el primero en unirse a la banda de Golden Gun. Siendo un hombre mayor de piel oscura, Roberts tenía algunas canas en las cienes de su cabello negro corto y su grueso bigote ya se encontraba blanco. De cuerpo largo y ancho pecho, Roberts solía ser un piloto de avion hasta que un día ocurrió un accidente en el vuelo que el piloteaba, un accidente que pudo terminar en tragedia de no ser porque Roberts decidió ignorar el procedimiento para esos casos y actuar usando sus propios instintos, instintos que lograron salvarlo a él junto a todos los pasajeros del avión. Por obvios motivos lejos de recompensar las acciones de Roberts, decidieron despedirlo y aconsejar a todas las aerolineas el no contratarlo. De todas formas aquellas acciones fueron innecesarias debido a que Roberts no quería volver a poner un pie en un avión nunca más, dedicandose a trabajar en un taller de automoviles. Roberts conoció a Golden Gun cuando ella lo ayudó a eliminar a una mafia que se encargaba de manipular los eventos de una carrera de coches conocida como Roller uno cero uno, mafia que había sido responsable por el accidente de su sobrino quien casi muere durante una competición. Despues de eso, Roberts quedó en deuda con Golden Gun hasta que volvieron a encontrarse cuando tuvo que ayudarla a pilotear el vuelo 1319, haría años atras. Tras aterrizar el avión, ambos decidieron que lo mejor sería que trabajaran juntos en la batalla contra las mafias que aterrorizaban la ciudad de Nueva York. Dando inicio a las aventuras como tales de Golden Gun.
“He tenido peores” le contestó Golden Gun esbozandole una sonrisa de confianza
“Lo sé, lo sé” Asintió Roberts mientras veía al resto llegar. “¿Y ahora qué, jefa?”
“Pues, ahora… ahora” pensó Golden Gun mientras se sobaba el mentón con su mano derecha y miraba al horizonte con una expresión de dudas. “Creo que lo mejor será continuar con nuestro siguiente caso, hemos podido destruir a Barnick, pero su contacto sigue en pie y no sé si le guste la idea que gracias a nosotros uno de sus principales proveedores de dinero haya sido neutralizado”
” Quizas debamos de visitar a uno de sus camellos, creo saber en donde se encuentran” Le contestó Patrick, un ex oficial de policia que trabajó para Homicidios durante más de veinte años. Siendo un hombre de tez blanca y escaso cabello negro corto en sus cienes mientras que una reluciente calva se encontraba en el centro, Patrick siempre vestía de manera formal: Pantalones grises junto a una camisa de manga corta que a duras penas podía abotonar debido a su gordura y una corbata negra. A veces llevaba consigo un saco gris y a veces no, esa noche había decidido dejar su saco en casa.
Al igual que el resto de los hombres de Golden Gun, Patrick también fue alguien que tuvo sus problemas con la mafia durante años, tratando de probar los crimenes provocados por varios jefes mafiosos, sin llegar a nada. Hasta que investigó las hazañas de Golden Gun y tras descubrir que ella estaba haciendo un verdadero cambio dentro de un sistema corrupto, decidió dejar atras la fuerza policial y dedicarse enteramente a ayudarla. Siendo el segundo miembro de la banda en unirse.
Caminando a donde se encontraba el muelle, Golden Gun observó las luces de la ciudad reflejarse en el agua y sonriendo, le contestó a Patrick:
“Entonces, veamos que es lo que esos muchachos pueden decirnos, al fin y al cabo no se pierde nada con ser amable”
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