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    7th November 2024 | 1 Views | 0 Likes

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    Podía verse desde la distancia que se encontraba nervioso y que no estaba para nada contento con la idea de tener que encontrarse allí haciendo ese tipo de negocios, sobretodo despues de haberse enterado de la muerte de Barnick. De piel oscura y alargadas facciones, vistiendo una sudadera gris con una capucha que cubría su negra cabellera junto a unos pantalones para hacer Joggin del mismo color que la  sudadera, Fred Hynsel se encontraba en un callejón, vendiendo los últimos sobres que su difunto jefe le proporcionó antes de ser acribillado en el  muelle. A pesar de toda su calurosa ropa, Hynsel sudaba frío mientras veía a sus alrededores sintiendo como la paranoía lo dominaba a cada minuto que pasaba. Cualquiera hubiese pensado que con su jefe muerto, los camellos que trabajaban para él se habrían largado para no ser asesinados o habrían cambiado de jefe para mantener su economía estable. Pero Hynsel no era como los demas camellos, oh no, él era listo. Sin un gran jefe al cual deberle dinero por las ventas y con pequeños sobres que valían su peso en oro, Hynsel sabía que se haría rico en unas pocas horas de trabajo. Sus compradores eran capaces de darle hasta las llaves de su auto por un poco de lo que él tenía en los bolsillos en ese momento. En el  fondo Hynsel sentía que debía esperar a que las cosas se calmaran y volverse millonario cuando estuviese seguro, pero… Eran unos posibles cien mil dolares en tan solo una hora viejo. ¿Acaso no valía la pena el riesgo?

    No lejos de allí, un hombre calvo que vestía un elegante traje de color negro junto a una camisa blanca y una corbata igual de oscura que su traje, observaba a Hynsel desde la distancia. Sus anteojos de sol brillaron al ver como un muchacho le daba cien de los grandes solo por una bolsa de polvito blanco y, a menos que se equivocase, Hynsel debía tener diez o veinte bolsitas que vender. Sin Barnick cerca para reclamarle el dinero, era claro que él se iba a dar la gran vida, al menos por unos meses antes de que tuviese que buscar a un nuevo proovedor.

    “Lamentable” Dijo en voz baja aquel hombre mientras se acomodaba su sombrero negro y negaba con la cabeza.

    Dentro del equipo de Golden Gun, Jeremy era el más temible debido a su pasado como miembro del equipo S.W.A.T.  En medio de una toma de rehenes, Jeremy debía de esperar ordenes para atacar. En ese momento se encontraba en una terraza con su rifle en la mano, apuntando a un ladrón que tenía a una niña de rehen. La situación era tensa y debía de esperar las ordenes de atacar, por desgracia esas ordenes nunca llegaron. Los senadores de la ciudad de Nueva York se las habían apañado muy bien para continuar restringiendoles a las fuerzas de la ley las posibilidades de hacer su trabajo de manera eficiente. Muchos de los que apoyaban de manera directa como indirecta a los criminales, reclamando sus derechos humanos, se las ingeniaban para representarlos a ellos como pobres corderitos victimas de la sociedad y a los policias como asesinos despiadados capaces de enviar a un inocente a la carcel con tal de mantener su puesto dentro de la fuerza.

    Aquello era una falacia. No siempre era culpa de la sociedad que hubiesen criminales, muchas veces el deseo de tener dinero facil y de poseer lujos llevaba a las personas, con una buena vida social, a cometer ese tipo de crimenes. Y también era cierto que los policias podían cometer errores y enviar a un inocente a la carcel, pero muchas veces la gran mayoria de los criminales que enviaban a prisión si eran culpables de sus crimenes.

    Y por dicho pensamiento a favor de los criminales fue que se aprobó una ley que indicaba a los miembros del Equipo S.W.A.T que no debían de disparar a matar a los criminales sino a herir, o en lo posible no dispararles, punto.

    Aquel ladrón tenía atrapada a una niña y le apuntaba con una pistola mientras pedía un medio de escape. Los defensores de los derechos humanos no se encontraban por ninguna parte  y si no hacía algo, la niña sería eliminada. Apuntando a la cabeza de aquel ladrón, Jeremy disparó.

    Tras dicha acción estuvo a punto de ser juzgado por quienes apoyaban a los criminales, cuando Golden Gun junto a su pandilla apareció y se hizo cargo de ellos. En agradecimiento Jeremy aceptó estar en su banda.

    Viendo que Hynsel se encontraba nuevamente solo, aunque con bastante dinero como para retirarse del negocio por al menos dos meses, Jeremy aprovechó la oportunidad para dirigirse a donde él se encontraba.

    Estaba teniendo una buena racha, apenas si había pasado la hora y ya tenía unos doscientos dolares, nada mal en realidad, dos o tres horas allí y podría darse la buena vida, aun poseía algo de la mercadería que el difunto de Barnick poseía y quizas si volvía allí mañana entonces…

    “Hola Hynsel” el saludo de Jeremy sacó de sus pensamientos a Hynsel quien lo vio sorprendido

    “¿Q… quién eres tú?” Le preguntó Hynsel aterrado debido a que no conocía a ese hombre, pero él, al parecer, si lo conocía bastante bien.

    “Un amigo” le contestó Hynsel mientras sacaba un arma detras de su pantalón y le apuntaba con ella “Creeme que en este momento vas a necesitarlo”

    “¡Espera!” Exclamó Hynsel alzando los brazos y colocandose de rodillas “No he hecho nada malo, te lo juro”

    “Vi como le vendías esa porquería que llevas a varios muchachos” le contestó Jeremy con un tono de fastidio

    “Está bien, lo siento, no lo volveré a hacer, lo juro. Solo… por favor, no me mates, ¿Sí?” le rogó Hynsel mientras sacaba de su bolsillo el dinero que tenía “Mira, puedo… puedo compartirte algo de mi ganancia, solo tienes que dejarme ir, ¿Sí?”

    “No me parece un mal trato” Asintió Jeremy, acercandose a él con su pistola todavia apuntandole a la cabeza “Pero tengo uno mejor”

    “¿De qué se trata?” le preguntó Hynsel mientras sentía su corazón correr a mil.

    “Como has de saber, Barnick, tu jefe, se encuentra en este momento descansando en la morgue de la ciudad de Nueva York” le contó Jeremy, bajando la pistola “Supongo que eso lo debes de saber”

    “Claro que lo sé” Asintió Hynsel sorprendido “Todos dentro de las calles lo saben”

    “Y estoy seguro que los contactos de Barnick también lo deben de saber ¿Cierto?” 

    “Por supuesto que…oh mierda” en ese momento Hynsel se dio cuenta de su error

    “Y no creo que a sus contactos les de gracia que un mísero camello se esté haciendo rico con su mercancia sin que ellos ganen algo a cambio ¿Verdad?” Continuó Jeremy guardando su arma, ya no la necesitaba para sacar la información que quería escuchar de él

    “Soy hombre muerto” susurró Hynsel, intentando pensar en un modo de huir y esconderse del verdadero dueño de su pequeña fuente de ingresos

    “No necesariamente” le contestó Jeremy con un tono tranquilo, poniendose de cuclillas para estar a la altura de Hynsel “Lo único que tienes que hacer es darme la cocaina que llevas en tus bolsillos junto a la información que necesito. Si lo haces, ellos no vendrán por ti, sino por mí y yo los estaré esperando”

    “¿Acaso eres un poli?” Le preguntó Hynsel, buscando en sus bolsillos todas las bolsitas con polvo blanco que poseía

    “Algo mejor que eso” sonrió Jeremy, aceptando aquellas bolsitas “¿Qué dices, aceptas el trato?”

    “Sí, te dire el nombre del contacto de Barnick, se llama Rojo, Enrique Rojo. Y realmente espero que estes listo para él” 

    Lo estaremos, ten por seguro que lo estaremos” pensó Jeremy esboando una sonrisa desafiante

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