Estaba perdido, no tenía salida y lo perseguían sin piedad alguna, ya no tenía sentido continuar con el escape sino enfrentar a su destino. Por desgracia no tenía un arma o algo que lo ayudara a defenderse, solo sus manos desnudas… aunque, también poseía su ingenio. Barnick comprendía que si iba a morir, entonces antes debía de dar pelea. Oyendo los pesados pasos de su atacante acercarse a donde él se encontraba, Barnick decidió buscar un lugar en donde poder agazaparse y atacarla por sorpresa antes de que fuese demasiado tarde. Encontrando dentro de aquel laberinto de contenedores un pequeño espacio en donde ocultarse, Barnick procedió a aprovechar esa posibilidad. Uno de los contenedores estaba mal cerrado y podía abrirse con facilidad, en su interior solo habían cajas con teclados de computadora que eran importados de Europa, escabullendose rapidamente en ese oscuro salvoconducto, Barnick, tomó una de las cajas y la abrió con rapidez, sacando el teclado de su interior. Sabía que con esa cosa no iba ni a lastimar a su tiradora aunque la golpeara con la fuerza del “Increible Hulk”, pero si esperaba genuinamente que la sorprendería, pudiendo quitarle su arma de un solo golpe, logrando darle la ventaja en el terreno del combate. Oyendo los pasos acercarse a donde él se encontraba, Barnick aguantó la respiración y esperó.
Podía sentir como los pasos se acercaban, poco a poco, hasta el punto de que no sabía si eran los pasos de su enemiga o los latidos de su corazón lo que él escuchaba. Una amarga sensación se apoderó de su cuerpo, era algo que nunca antes había sentido, no era miedo, tampoco era panico sino una especie de vacio que sobrecojía su pecho y amargaba sus pensamientos debido a que ese horrido vacio era lo más cercano a la sensación de estar muerto. Todos sus pensamientos al sentir dicho agujero negro ir absorviendo todas sus emociones, tanto positivas como negativas, comenzaban a gritar: “¡Sobrevive, sobrevive, VIVE!” Una y otra vez, debido a que el vacio era insoportable.
Los pasos se detuvieron, fuese lo que fuese que su tirador estuviese por hacer definiría sus siguientes movimientos, Barnick pensó en cerrar el contenedor por completo y esconderse allí hasta que fuese de día, luego les explicaría a los demas, si es que lo atrapaban, los motivos por los cuales había llegado allí, algo se le ocurriría, siempre lo hacia. Los pasos se reanudaron, oyendose más cerca, el vacio tomó su garganta y el agrio sabor que este poseía lo obligó a tragar saliva. No sabía si podría defenderse, pero decidio dejar que todo su instinto actuara, solo deseaba no ser muy lento cuando el momento llegara.
Los pasos se detuvieron nuevamente y la puerta se abrió dejando que la oscura silueta de aquella muchacha apareciera, sin perder tiempo Barnick procedió a golpearle la mano con el tablero, con todas sus fuerzas.
Aunque Barnick veía todo en cámara lenta y creía estar siendo lento mientras sentía que sus fuerzas lo abandonaban, lo cierto es que fue tan rapido como un relampago y tuvo la fuerza suficiente para dañar la mano de la muchacha, obligandola a soltar su arma. Con otro fuerte golpe en el rostro, Barrnick rompió el tablero de la computadora al partirlo a la mitad mientras que las teclas volaban hacia un costado como si fuesen las muelas de una quijada rota. Barnick ya no pensaba, solo actuaba, era instinto puro que trataba de manera desesperada de sobrevivir como fuera posible. La muchacha se tambaleó, pero no cayó con facilidad, sino que se puso en pose de pelea mientras que Barnick tiraba el tablero y largaba un grito salvaje de una fiera dispuesta a hacer hasta lo imposible con tal de escapar de esa situación. Abalanzandose sobre ella, Barnick le dio un fuerte golpe en el estomago, luego otro en la mandibula, haciendola escupir sangre y despues un tercer golpe en su ojo, dejandoselo morado.
Los ataques eran despiadados, rudos y mostraban una especie de salvajismo instintivo que no podía responder con total facilidad. Sin embargo la muchacha decidió usar aquello a su favor, abalanzandose a donde ella estaba, Barnick largó un fuerte grito mientras intentaba estrangularla, con todas sus fuezas la arrojó a uno de los contenedores y la continuó estrangulando, sus ojos fuera de sus cuencas junto a su expresión desencajada mostraba que estaba dispuesto a romperle el cuello con tal de huir con vida de allí. Aquella muchacha no era tonta, sabía que sus fuerzas no podrían compararse con las de un hombre en estado salvaje y primitivo. Tenía una gran desventaja, sin embargo…
Un filo salió de la punta de su zapato y golpeó su rodilla, logrando hacer que Barnick gritara de sorpresa y se tambaleara un poco. Desgraciadamente en ese estado, el dolor ya ni era escuchado por su portador, lo que significaba que no lo estaba dañando, solo desestabilizando, pero era mejor eso a nada. Tras el momento de sorpresa, la muchacha sacó otra navaja que tenía guardada en su bolsillo y le apuñaló la muñeca, dañandole los tendones al hacerlo. Nuevamente a Barnick no le dolería, pero tampoco podría continuar haciendo presión con sus puños, la adrenalina estaba a tope en ambos y la muchacha, sin pensarselo dos veces, apuntó con su navaja el rostro de Barnick para despues apretar un pequeño botón que activó un resorte en el interior de la navaja, antes de que pudiese deducir lo que pasaba, Barnick tenía el filo de ese arma incrustado en su ojo derecho. Los gritos de dolor se oyeron por todo el muelle, alertando a la pandilla de aquella muchacha. Moviendose con rapidez, la muchacha se pudo introducir en el contenedor y tomó su arma dorada mientras que Barnick se acercaba a ella de manera amenazante, con su ojo herido junto a sus expresiones de pesadilla. Sin pensarlo siquiera, la chica apuntó con su revolver dorado y le disparó en el pecho, el hombro y finalmente en la cabeza, en donde sus cejas se juntaban. Barnick se tambaleó mientras continuaba dando grotezcos ronquidos antes de caer al suelo. Tratando de hablar, le preguntó:
“¿Q… qui…en… eres… tú?”
Acercandose a él, aquella muchacha de cabellos dorados cortos y ojos azules sonrió mientras le apuntaba con su revolver de oro. Contestandole con un tono juvenil:
“Mi nombre es Golden Gun, y soy la cazadora de mafiosos” Sin nada más que añadir, disparó.
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