El grave sonido de la bocina de un barco fue lo único que se oyó durante esa tranquila noche. Las gaviotas se habían ido a dormir y el lugar se encontraba casi vacio. Aquel era el lugar perfecto para que se diese esa entrega. Observando su metalico reloj de pulsera, James Barnick comenzaba a ponerse nervioso. Siendo un hombre caucasico de piel blanca, ojos azules y un cabello extremadamente corto, casi rapado, de color rojo junto a una abultada barba recortada, Barnick era un hombre de negocios al que le gustaba la puntualidad. Tres o cuatro minutos de retraso le eran impensables, en especial para los negocios que él y su comprador estaban a punto de realizar. No se encontraba solo, tenía a un fiel guarda espaldas a su lado que vestía un sueter con cuello de tortuga de color carmesí junto a un pantalón negro y unos zapatos muy bien lustrados. de duras facciones y con un gorrito de color cafe, Fred Kirringer parecía el viejo cliche de un matón de los años treinta, quien al igual que Barnick, se encontraba demasiado nervioso por el pequeño retraso que tenían los compradores. Esperando en un Coche presidencial de color castaño claro, se encontraba Harold Ras, el chofer de Barnick y complice, al parecer, de la venta de Cocaina que se realizaría esa misma noche.
A pesar de que debían de hacer unos veinte grados, siendo una noche extremadamente fresca, Barnick comenzaba a sudar debido a los nervios que poseía. La noche se estaba volviendo demasiado silenciosa para su gusto.
"Unos minutos más y si no vienen, nos largamos" le comunicó Barnick a Fred mientras bajaba su brazo y ocultaba su reloj de pulsera con la manga de su elegante traje gris oscuro junto a su camisa de color azul. Acomodandose su cortaba roja, Barnick sostuvó con fuerzas la maleta plateada en donde llevaba el producto especial.
El silencio de la noche fue interrumpido brevemente por el sonido del motor de una lancha que se aproximaba a los puertos, Sintiendose un poco aliviado, Barnick pudo ver como su principal comprador Armando Gaster se acercaba al punto de encuentro.
"Je, je" rió Armando con su tono alegre dominicano. "¿Acaso pensaban irse sin antes concretar la venta?" Le preguntó sin perder su jovialidad al hablar.
"Unos minutos más y nos ibamos a ir" asintió Barnick viendo a aquel hombre de pequeña estatura, piel morena, cabello negro ondulado y un fino bigote que acentuaba su sonrisa. Un hombre de piel blanca con una barba negra que llevaba un sombrero de pescador de color blanco y unos anteojos de sol cuya lente era rojiza lo acompañaba. Llevaba puesto una camisa blanca con rayas negras junto a unos pantalones de pesca de color blanco
" ¡Oh vamos, no seas así hermano, solo estabamos corroborando si eras un hombre serio o un poli disfrazado!" Exclamó Armando con un tono de queja, mientras extendía sus brazos hacia los costados con las palmas abiertas, como si quisiera dar un abrazo. "Sí fueras un Colombiano o un Mexicano, nuestro negoció se hubiese hecho casi de inmediato, pero ¿Un gringo queriendo jugar a ser el narcotraficante? Deberas de disculparme si tuve mis dudas al principio"
"¿Qué, acaso porque soy un ciudadano estadounidense, eso significa que no puedo tener mis propia manufactura de cocaina? ¿Acaso debo ser colombiano o mexicano para poder vender esto? ¿Acaso eres racista?" señaló con sarcasmo Barnick, mientras se reia ante las tonterias que aquel hombrecillo con camisa hawaiana roja y pantalones castaños claros le decía. "Por como lo veo" continuó Barnick con su tono provocador "El único estereotipo aquí presente eres tú, los ochenta terminaron hace mucho compadre. Ahora" abriendo la maleta y mostrandole su mercancia, le preguntó "¿Vamos a hacer negocios, sí o no?"
El negocio finalmente estaba a punto de darse, de haber sabido que ese Armando era un xenofobo entonces habría comenzado con su tarea unos minutos atras. Aun así no importaba, no tenía ningún compromiso previo y nadie la esperaba despierto, de modo que podía iniciar con su trabajo.
"De la orden jefa, y nosotros iniciamos" le pidió Roberts, su viejo y fiel amigo, por el intercomunicador que se encontraba en su oreja derecha, llevandose su mano a la oreja, apretó el botón del microfono y le contestó:
"Aun no, quiero corroborar que son autenticos traficantes y no agentes de la D.E.A encubiertos"
"¿Y cómo lo sabremos?" le preguntó Jeremy desde la otra linea
"Dejandolos tener su trato hasta el final" le contestó aquella figura femenina que se escondía dentro de uno de los almacenes de aquel muelle.
Armando sacó del interior de la lancha una maleta plateada, similar a la que tenía Barnick, y la abrió mostrandole lo que tenía en su interior: más de cinco millones de dolares.
"Eso es mucho dinero" observó Barnick con una enorme sonrisa
"Los beneficios de ser el dueño de un club nocturno y saber ahorrar" le contestó Armando con una inquietante tranquilidad. Barnick asintió con una alegre risa mientras le entregaba el maletín con la cocaina en su interior. Armando la recibió de manera gustosa, dandole el dinero a cambio, dinero que Barnick aceptó.
"Bueno" Sonrió aquella figura femenina desde dentro del almacen, mientras veía el intercambio de dinero por unos prismaticos con visión nocturna, "Supongo que las dudas se acaban de disipar"
"Señor Barnick" sonrió Armando con felicidad "fue un placer hacer negocios con..." su sonrisa repentinamente cambió de alegre a sorprendida mientras que sus ojos se abrieron de manera sorpresiva, un filo hilo de sangre corrió por su frente, producto del silencioso disparo que acababa de recibir, y de manera repentina cayó de espaldas al suelo mientras soltaba la maleta llena de cocaina, la cual aterrizó en el agua que se encontraba cerca de donde Armando se encontraba.
"Oh mierda, ¡Emboscada!" gritó Barnick corriendo hacia donde se encontraba su coche. El conductor de la lancha intentó acelerar cuando un segundo disparo le dio en el cuello. Sujetandose con los dedos su sangrante herida, aquel conductor aceleró su vehiculo antes de caer delante del tablero de control, aquella lancha corrió sin control hasta que se adentró por la rampa de salida de un almacen cercano en donde se encontraba guardado un barco pesquero, atravesó el portón y se estrelló de frente con aquel barco. afortunadamente no hubo una explosión, pero sí bastantes daños en pintura y manufactura que el pobre dueño de aquel pesquero tendría que pagar despues.
Saliendo del almacen en donde se encontraba oculta, aquella silueta le quitó el silenciador a su revolver dorado y se dirigió a donde se encontraba Barnick, la cacería acababa de iniciar.
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