Tirada en un rincón aguarda paciente algún alma dotada del poder hacer vibrar las cuerdas.Â
Cuál es el sentido de la vida sino poder concretar eso para lo que uno fue creado, pareciera ser obvio que la finalidad primera y última de un instrumento musical es ser ejecutado, producir música, ejercicios de digitación o quizás ruido en última instancia.Â
No lo sabemos, los últimos avances en gnoseologÃa combinados con la psico-lingüÃstica no aportan muchos datos acerca de los sentimientos de un objeto, carente de alma en un sentido puramente humano.Â
La antropologización del infante al perderse con la madurez nos extravÃa del poder comunicarnos con todo aquello que no es humano.
Por otro lado podemos con seguridad decir que el dominio medio, mÃnimo como para poder interpretar alguna pieza sencilla insume mucho tiempo, paciencia y una alta tolerancia hacia la frustración, no todos podemos con semejante prueba.
Con la actual tecnologÃa podemos disfrutar de los más ilustres intérpretes, los cuales dedicaron su vida a perfeccionar el uso de un instrumento, nuestro diletantismo nos cubre de vergüenza o al menos de una lapidaria humildad, es mejor disfrutar del hacer profesional en vez de sufrir la propia limitación.
Sin embargo algo nos atrae a la inútil caja de madera, es esa mágica resonancia al ser pulsadas las cuerdas que nos transporta a otro mundo, seremos malos en técnica pero poder balbucear tÃmidos sonoridades nos justifica; Hay una conexión entre nuestras vibraciones y las de la guitarra. Imposible explicarlo, uno no puede dejar de tomar el instrumento y tocarlo, unirse a él.
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